Recuerdos de un Trotamundo
John Lloyd Stephens y el Ferrocarril de Panama
Ernesto J. Castillero R.
Suplemento Estampas, enero 28 de 1968
En el año de 1945, al avisarnos recibo desde California, de nuestro modesto libro EL FERROCARRIL DE PANAMA Y SU HISTORIA, Víctor Von Hagen, historiador reputado de los Estados Unidos, me anunció que estaba escribiendo una obra sobre John L. Stephens, el hombre que concibió y realizó primero que nada, el sueño secular de poner en contacto las costas del Atlántico y el Pacífico a través del Istmo de Panamá, por comunicación rápida y segura mediante una moderna vía férrea.
A fines del año 1947, Von Hagen volvió a acordarse de nosotros y desde Bogotá esta vez, nos dirigió nueva carta anunciándonos la publicación de su obra MAYA EXPLORER. JOHN LLOYD STEPHENS AND THE LOST CITIES OF CENTRAL AMERICA AND YUCATAN. "El libro de usted EL FERROCARRIL DE PANAMA Y SU HISTORIA -nos dice, me fue de mucha utilidad como consulta".
Víctor Wolfgan Von Hagen, a semejanza del protagonista de su citado libro, es un apasionado explorador y un escritor fecundo y ameno al mismo tiempo. Gústale contemplar el escenario en que los personajes que le sirven de sujeto actuaron, y experimentar su misa vida para mejor interpretarlos en sus libros, y para ello se traslada de un país a otro documentándose en archivos y, sobre todo, con experiencia personal. Hasta el presente ha publicado cinco volúmenes: JUNGLE IN THE CLOUDS (1940); THE AZTEC AND MAYA PAPERMAKERS (1943); SOUTH AMERICA CALLED THEM (1946), vertido al español; FREDERICK CATHERWOOD. ARCHT (1947) y MAYA EXPLOER etc., a que nos venimos refiriendo. Es miembro de Sociedades Científicas de los Estados Unidos e Inglaterra, y colaborador de la Enciclopedia Americana. Actualmente estudia los archivos de Colombia, Ecuador y Perú a fin de documentarse para un libro en preparación acerca de Mañuela Sáenz, la Libertadora del Libertador, y otros sobre los conquistadores del Imperio del Sol, cuyo titulo, según nos comunica, será THE MEN OF GALLO.
El protagonista de su ultima libro, John Lloyd Stephens, es un personaje importantísimo en el desarrollo comercial del Istmo, pues el inició y ejecutó la construcción del Ferrocarril de Panamá, como atrás dijimos.
La historia de este Ferrocarril no es la de una empresa mercantil cualquiera. Está tan estrechamente vinculada al desenvolvimiento económico de la vida del Istmo de Panamá, que quien la estudie y la escriba, logrará un grueso volumen por los mil incidentes que habrá de narrar y que son el proceso de prosperidad, y al mismo tiempo el calvario de nuestros pueblos, a través de casi una centuria, por las intervenciones extranjeras en las luchas internas y la participación directa de funcionarios de la empresa en nuestra desvinculación de Colombia.
Stephens concibió en 1848 la obra del ferrocarril por el Istmo, a cuya idea asoció a dos personalidades del mundo de las finanzas norteamericanas William H. Aspinwall y Henry Chauncey.
Se trasladó a Panamá y estudio la ruta conveniente de unión entre los dos grandes océanos a través de nuestro territorio. En abril de 1849 organizo en Albany, NY, la Compañía del Ferrocarril de Panamá, que 1e confío la vicepresidencia. Viajo inmediatamente a Bogotá para lograr del gobierno nacional la Concesión. En camino a la capital de la Republica, el emprendedor hombre de negocios sufrió un accidente que le lesionó por vida: se cayo de la mula sobre una piedra que 1e rompió la columna vertebral, de lo que le sobrevino la parálisis de las extremidades inferiores. Su desgracia, empero, no fue obstáculo para el desarrollo de sus planes y desde su camilla de lisiado y envuelto en vendajes, dirigió las negociaciones con el gobierno hasta lograr la concesión y el 15 de abril de 1850 tuvo la satisfacción de firmar con el Secretario de Relaciones Exteriores de la Nueva Granada, don Victoriano de Diego Paredes, el primero contrato del ferrocarril por un período de 49 años. Este éxito lo llevó a la Presidencia de la Compañía.
El 2 de mayo de 1850 es fecha importante en la historia de la empresa y del Istmo de Panamá. Ese día un pequeño grupo de seis obreros al mando de los ingenieros John Cresson Trautwine y James Baldwin, que se desembarcaron en la isla de Manzanillo ocupada hoy por la ciudad de Colón, comenzaron el desmonte del terminal oeste de la vía férrea . El primer árbol que cayó al filo de las hachas, inició, sin duda, una nueva era en la historia de Panamá.
Estimulados por el indomable espíritu del Presidente de la empresa, ingenieros y obreros. Venciendo imponderables dificultades, adelantaron poco a poco la ferrovía. La malaria, "fiebre del Chagres", como se la llamaba, comenzó muy pronto a causar vacíos en las filas de los trabajadores; pero los blancos que la desconocida y que la mortífera enfermedad dejaba entre esos luchadores, eran llenados con nuevos obreros traídos de los cuatro puntos cardinales del globo.
Stephens, paralítico, se hizo construir una casa en Bohío Soldado para mantenerse en contacto directo con su gente y supervisaba constantemente el progreso de la obra. Su presencia, desde una hamaca bajo el alero de la choza, era un perseverante e inflexible estímulo para aquellos luchadores que habrán asumido la responsabilidad de dominar la rebelde naturaleza y llevar al éxito la empresa del heroico lisiado.
El 27 de febrero de 1852 tuvo la satisfacción de encontrarse presente en el acto solemne de la fundación de la ciudad de Colón. Generoso y justiciero acepto complacido que se bautizara la nueva población con el nombre de William H. Aspinwall. Así se lo comunico a las autoridades del Estado de Panamá por una carta para el Gobernador que a la letra dice:
Con la designación de Ciudad de Aspinwall fue conocida y distinguida Colón durante más de siete lustros, hasta 1890 en que el gobierno nacional adoptó medidas drásticas para obligar al público a darle su nombre oficial y verdadero.
“Días después, dice Von Hage, Stephens fue encontrado inconsciente bajo una ceiba cubierta de lianas, cerca de la Loma de León, un poco más alIá de la estación de Gatún. Los nativos que le encontraron creyeron al principio que estaba muerto. Nadie supo cuanto tiempo habrá permanecido allí, inconsciente, bajo la ceiba gigantesca. Cuando lo llevaban a un barco que partía para Nueva York, se difundió el rumor de que habla muerto.
Durante cincuenta años ese árbol se conoció con el nombre de "la ceiba de Stephens”, pues la leyenda, es mas persistente que la historia, sostiene que John L. Stephens, victima a la postre de la hidra tropical, había sucumbido bajo aquella ceiba.
Falleció el 13 de octubre del mismo año. No le fue dado el inmenso placer, que pudo haber sentido, de ver terminado el Ferrocarril, cuya inauguración tuvo lugar el 27 de enero de 1855.
Desaparecido el eminente explorador y publicista, el General Pedro Alcántara Herrán, con quien Stephens, siendo el primer Ministro de la Nueva Granada en 1os Estados Unidos, trató antes que con nadie de sus planes sobre la construcción del Ferrocarril, dirigió en esta ciudad a varios prominentes panameños, (1) Con fecha 2 de octubre de 1866, una carta en que exteriorizaba su apreciación en alto grado encomiástica, de los tres grandes empresarios que llevaron a feliz termino la construcción del Ferrocarril, de la cua1 son los siguientes párrafos:
“El objeto con que me dirijo a ustedes, y por su conducto a los ciudadanos del Estado de Panamá, es para invitarlos a hacer una demostración de agradecimiento que sea trasmitida a la posteridad, en honor de William H. Aspinwall, John L Stephens y Henry Chauncey, para lo cual ruego a ustedes que se asocien a las personas que quieran prestarnos su ayuda, y con ellas formar dos comisiones: la una para que abra una suscripción de las personas, sin distinción de nacionalidad, que quieran contribuir con alguna cuota, cualquiera que sea, hasta de 5 centavos, para erigir un monumento en el Istmo en honor de los señores que he mencionado; y la otra para que a nombre de los que quieran prestar su firma dirija una solicitud a la Legislatura del Estado, por conducto del Presidente, pidiendo que la ciudad de Colon sea denominada Aspinwall. Yo mismo abriré la suscripción en Bogotá, Nueva York y otros lugares; pero unidos como he estado de tiempo atrás de los panameños para realizar el pensamiento de la vía interoceánica, deseo que la suscripción sea iniciada en Panamá y que sean panameños los que figuren en la lista.
No se diga que los fundadores del Ferrocarril de Panamá están suficientemente recompensados con las ganancias que la Compañía hace, porque esto no es así. Aspinwall, que fue el alma de la empresa, apenas tiene un interés pecuniario insignificante en la Compañía, habiendo tenido que vender la mayoría de sus acciones para hacer frente a compromisos causados por la misma empresa. Stephens lejos de haber gozado de algo, paso el ultimo tiempo de su vida en agitación y ansiedad con motivo de dificultades que encontraron para llevar adelante la obra, y su prematura muerte fue causada por un desgraciado accidente que le sobrevino en servicio de la empresa. Supongamos que Chauncey hizo alguna ganancia antes de morir pero ella no puede ser en proporción al peligro en que había puesto su fortuna".
Nosotros no sabemos hasta ahora cómo ni cuando se llevó a cumplimiento el justiciero homenaje que en 1866 propuso el General Herrán en memoria de estos tres zapadores del progreso istmeño.
Mas, si la ciudad fundada en 1852, y que ha adquirido la categoría de segunda de la Republica, no lleva el nombre de Aspinwall, como fue el deseo de sus fundadores, el recuerdo de este eminente hombre es perpetua en ella, junto con los de Chauncey y Stephens, sus compañeros de empresas en un sobrio, pero sólido monumento que en Colón eterniza sus nombres inmortales.
HONRAR HONRA