LAS LUCHAS SINDICALES CANALERAS
1940 - 1999
Por William H. Sinclair*
Editado para el Internet por Anthony McLean
Rio Abajo 10 enero, 2007

Antes de la segunda guerra mundial, la Panama West Indian Employees¹ Association era la única entidad laboral que ejercía una representación laboral muy restringida a favor de los trabajadores de la organización del Canal de Panamá, conocida entonces como The Panama Canal and Railroad Organization.

Mientras tanto, los trabajadores norteamericanos gozaban del derecho a ser representados por varios sindicatos afiliados a la American Federation of Labor (AFL).  Los dirigentes de dichos sindicatos eran muy efectivos haciendo gestiones, únicamente, a favor de los ciudadanos norteamericanos;  para ello usaban influencias tanto a nivel local como en Washington, D.C., evitando a su vez que los trabajadores no estadounidenses lograsen beneficio alguno.

El valiente militante del PCWIEA Samuel Horatio Whyte hizo gestiones infructuosas en todas partes, incluso ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT), con sede en Ginebra, Suiza, para lograr alguna forma de jubilación para los trabajadores no estadounidenses.

En 1936, Whyte confió la suerte de sus representados al "Gobernador" (título honorario) Maurice C. Thatcher, persona que llegó a la Zona del Canal para organizar la administración civil y que se caracterizó por aplicar una política de "puertas abiertas" hacia todos los trabajadores, sin distingos de raza, nacionalidad o convicciones religiosas, y quien, como tal, se había ganado la confianza de Whyte.

El Honorable Thatcher, a su vez, utilizó los buenos oficios de la Primera Dama de los Estados Unidos, Eleanor Roosevelt, logrando que ella interviniese con su esposo, el Presidente Franklin Delano Roosevelt, para que este impulsara la aprobación por el Congreso de 1937 de una ley de "Subsidio de Incapacidad" (Disability Relief Act of 1937), mediante la cual se otorgaba un dólar por cada año de servicio hasta alcanzar un beneficio máximo de veinticinco dólares mensuales.

Pero luego de la aprobación de dicha ley, el senador McCarran logró introducir una enmienda identificada por su nombre para evitar la implementación de dicho beneficio.  El Presidente Roosevelt se vio forzado a suspender la aplicación de la odiosa enmienda, y así lo continuaron haciendo sucesivos presidentes hasta que entró en vigencia el Tratado Remón-Eisenhower  de 1955.

Cuando se puso en ejecución dicha ley, los administradores de la Zona del Canal, con el visto bueno de los sindicatos controlados por los norteamericanos, pusieron varias condiciones, entre ellas la reducción de un dólar por cada artículo de valor que poseía un "discapacitado" como ropero, refrigeradora, etc., con el resultado de que los retirados "por incapacidad" no recibiesen prácticamente nada debido a que eran "demasiado pudientes" y, en consecuencia, no tenían necesidad de un subsidio.  Al morir el retirado por incapacidad cesaba el subsidio y sus sobrevivientes quedaban sin recibir un centavo.

Primer sindicato
Al concluir la segunda guerra mundial, en virtud de que la AFL no aceptaba en sus filas a trabajadores que no fuesen artesanos o especialistas, el Congreso de Trabajadores Industriales (Congress of Industrial Workers), una central obrera norteamericana fundada en 1936 por John L. Lewis, Presidente del Sindicato de Mineros, y Phillip Murray, Presidente del Sindicato de Trabajadores de la Industria Siderúrgica, creó el primer sindicato afiliado a una central obrera norteamericana, la Unión de Trabajadores Públicos (CIO), conocida también como Local 713.

En 1946, el Local 713 encontró en la Zona del Canal de Panamá un panorama de discriminación racial, segregación de viviendas, escuelas, hospitales, clubes, comisariatos y hasta en las iglesias.   Existía la discrimiacnión salarial o, más bien, la transferencia del sistema sureño a la Zona del Canal, en perjuicio de todos los que no fuesen estadounidenses:  el tristemente célebre "Gold Roll" y "Silver Roll", o planilla de oro y planilla de plata.   La Unión de Trabajadores Públicos, bajo el liderazgo de Pascual Ampudia, se embarcó en una lucha sin cuartel contra el sistema.  Al pasar el tiempo, los representantes del Local 713 lograron mejorar la situación laboral de los no estadounidenses, pero muy lentamente. Desafortunadamente, era la postguerra y se hicieron circular rumores de que la Unión de Trabajadores Públicos era de "tendencia comunista".

En 1949, la CIO celebró su convención nacional en Atlantic City y once sindicatos nacionales fueron expulsados de sus filas bajo el alegato de ser de "tendencia comunista", incluyendo a la Unión de Trabajadores Públicos.  Inmediatamente, la administración del Canal anunció en la prensa istmeña una advertencia a sus trabajadores de que no toleraría el funcionamiento del Local 713 en la Zona del Canal, ya que su sindicato madre fue expulsado de la CIO.  Bajo esta amenaza, el Local 713 se desafilió de la UTP y cambió su nombre a Sindicato de Trabajadores del Canal de Panamá.  Esta nueva organización nunca llegó a funcionar.

Surge el Local 900
En junio de 1950, la CIO aprobó la formación del Comité Organizador de Empleados Gubernamentales y Cívicos bajo la presidencia de Anthony Federoff y del tesorero Milton Murray.    Esta agrupación envió a sus representantes a la Zona del Canal y de inmediato inició la inscripción de trabajadores de la Administración del Canal de Panamá, bajo los auspicios del Local 900.

El educador Edward A. Gaskin fue el presidente fundador del Local 900.  Junto a sus colaboradores locales, y con el respaldo de los representantes internacionales, adoptó el programa de trabajo confeccionado por los líderes del Local 713, añadiendo otras aspiraciones propias de las  condiciones imperantes en la Zona del Canal.  En octubre de 1950 remitieron un pliego de 16 aspiraciones al gobernador de la Zona reclamando justicia laboral para los trabajadores no estadounidenses..  En respuesta, los dirigentes norteamericanos lanzaron feroces ataques contra el Local 900 tildándolo de "comunista" por haberse atrevido a exigir igualdad en todas sus formas, especialmente la eliminación de la segregación de viviendas, escuelas, comisariatos, etc.    En marzo de 1950, el gobernador Francis K. Newcomer respondió al Local 900 negándole los 16 puntos.  Pero ello, en lugar de desalentar a los dirigentes los impulsó a iniciar una fuerte campaña de organización, inscribiendo a varios miles de nuevos adherentes, bajo el respaldo de su sindicato madre la CIO.

El propio gobernador Newcomer, después de una tensa reunión en el Aeropuerto Nacional de Washington, D.C, con dirigentes del Comité Organizador de Empleados Gubernamentales y Cívicos, tuvo que autorizar un aumento general de cinco centavos la hora el 21 de abril de 1951.  Este fue el  primer aumento general otorgado a todos los trabajadores no estadounidenses desde la firma del Tratado Bunau Varilla-Hay de 1903.  Anteriormente, los ajustes salariales se aplicaban al 33 por ciento de la fuerza laboral y los supervisores escogían a los que recibían aumentos de uno o dos centavos la hora.

Se fortalece la lucha
De allí en adelante, el Local 900 no descansó en sus luchas e hizo múltiples presentaciones ante los negociadores panameños y norteamericanos durante la negociación del Tratado de 1955.  Sin embargo, el Tratado Remón-Eisenhower, en lugar de corregir los males existentes, permitió que se quitara a los trabajadores no estadounidenses que residían fuera de la Zona del Canal (la inmensa mayoría) el uso de comisariatos y el disfrute de otros beneficios.

El Local 900 aceleró sus actividades en busca de solución a las iniquidades aun prevalecientes, con el resultado de que para 1956 se comenzaban a notar cambios significativos en las escalas salariales.     También se logró reformar la Ley de Subsidio por Incapacidad, aumentando los años de servicio reconocidos de veinticinco a treinta y de un dólar a $1.50 por año, con una cantidad máxima de $45.oo mensuales.

Hubo un cambio en la conducción del Local 900 cuando el Presidente Gaskin renunció del cargo en 1955 y lo reemplazó Harold W. Rerrie.  Pero la lucha siguió sin cuartel hasta que el Local 900 logró que se incluyera el 5 de octubre de 1958 a todos los trabajadores no estadounidenses en el Sistema de Jubilación del Servicio Civil de los Estados Unidos, a pesar de la férrea oposición de los dirigentes norteamericanas.  En una audiencia ante representantes del Congreso celebrada en Balboa Heights, el dirigente norteamericano Rufus Lovelady dijo a los congresistas que el plan de jubilación era exclusivamente para norteamericanos.  Los representantes del Local 900 tomaron una posición radical contra las declaraciones de Lovelady, y los congresistas no pudieron apoyar la absurda propuesta.

Acto seguido, el Local 900 regresó al Congreso de los Estados Unidos para impulsar una enmienda a la Ley de Subsidio por Incapacidad, ligando los aumentos para los "discapacitados" a los incrementos para los jubilados del servicio civil, e incorporando un subsidio para las viudas de los "discapacitados" correspondiente al 50% de lo que recibía el "discapacitado".

El Local 900 había logrado primero que se modificara la reducción a los "discapacitados" hasta un mínimo de diez balboas para que pudiesen seguir recibiendo algún subsidio.  Poco después, la injusta práctica de las reducciones fue eliminada.

Logros recientes
Al completar Rerrie su mandato como Presidente del Local 900, le sucedió el profesor Saturnín G. Maugé, quien mantuvo la lucha de ese sindicato a favor de la equidad.  Como resultado de ello, y con el apoyo de la Federación Americana de Empleados de Estados, Condados y Municipios, la Central estadounidense AFL-CIO (American Federation of Labor/Council of Industrial Organizations), en 1966 se logró la inclusión de la Zona del Canal en la ley del salario mínimo federal, con lo que se modificó la vieja y discriminatoria estructura por la de igual salario por igual trabajo.

Otras luchas exitosas de este gremio sindical permitieron extender los beneficios de la ley federal de indemnización por cesantía, introducir una enmienda a la ley de seguro colectivo de salud y de hospitalización y la paridad o igualdad de vacaciones, todos estos logros a favor de los trabajadores no estadounidenses.  En este último logro jugó un papel muy importante un Comité de Panameños Pro-igualdad de Vacaciones, integrado por empleados panameños de todos los niveles.

Es preciso observar que, a pesar de la fusión de la AFL y el CIO en 1955, los dirigentes norteamericanos de sindicatos afiliados a la AFL se opusieron a la extensión del salario mínimo federal a los empleados no estadounidenses y dirigieron una feroz campaña en contra de la igualdad de vacaciones bajo el alegato de que los impuestos de los empleados norteamericanos tendrían que sufragar dicho costo.

Los dirigentes del Local 900, la AFSCME y el Comité de Igualdad de Vacaciones demostraron que dichos impuestos no tenían nada que ver con la administración del Canal, ya que el presupuesto en el que se incluye el pago de dichas vacaciones era (y sigue siendo) sufragado por los peajes que pagan las naves usuarias del Canal.  Además, en respuesta a otro argumento esgrimido por los estadounidenses, quienes alegaban que los Estados Unidos construyeron el Canal, los defensores de la equidad señalaron enfáticamente que Panamá había puesto su principal recurso natural, su agua, su posición geográfica y su mano de obra, lo que le daba, por lo menos, el derecho a sus ciudadanos a recibir los mismos beneficios que los otorgados a los norteamericanos.

Apoyo en los EE.UU.
Es justo reconocer que en las luchas emprendidas por el Local 900 este gremio contó con el apoyo y la maquinaria legislativa de la Federación madre, AFSCME, y la Central AFL-CIO.  Por esta razón las gestiones legislativas emprendidas en Washington, D.C., fueron exitosas.  Quien escribe esta reseña histórica le correspondió ser testigo y protagonista de estas luchas desde 1951 hasta la entrada en vigencia de los Tratados Torrijos-Carter el 1 de octubre de 1979.

Mientras tanto, los dirigentes del Local 900, pensando en compensar la pérdida de beneficios del comisariato de muchos de sus agremiados, emprendió la organización de una Cooperativa de Consumo, R.L., la cual fue ferozmente atacada por otros sindicatos de la Zona del Canal.

Alcanzados los logros descritos, el Local 900 se concentró en apoyar activamente reclamos de sus miembros por mejores grados mediante solicitudes y apelaciones para que se revisaran sus clasificaciones, y en gestiones para que se ofrecieran más oportunidades a panameños en puestos de supervisión.

Cuando se aplicó el Título Séptimo de Relaciones Laborales de los Estados Unidos en lo relativo a la representación laboral exclusiva, el Local 900 enfrentó a sindicatos estadounidenses y de no estadounidenses, quienes unieron fuerzas para lograr la representación exclusiva.  Este esfuerzo terminó con la derrota del Local 900.   Si bien el Local 900 dejó de ser reconocido por la agencia canalera, aun se mantiene representando a los jubilados que recurren a sus oficinas en Colón buscando la orientación necesaria para recibir sus cheques de jubilación y otros beneficios.  ¡El Sindicato no está muerto!

Entre los oficiales a tiempo completo figuran personajes de prestigio como Roland Dean, Ms. Dreslin Josephs, FitzHugh Evering, Vicente Ara, Kervin y muchos otros que en distintos momentos de la historia del gremio representaron a miles de trabajadores víctimas de muchas s injusticias laborales y raciales.

Ellos, encabezados por dirigentes de la calidad de Edward Gaskin, Rerrie y Saturnin Maugé, escribieron páginas brillantes en la historia del sindicalismo canalero, en tiempos en que la discriminación era el norte y cuando los supervisores estadounidenses miraban a los panameños de arriba hacia abajo.  Cabe mencionar en este punto el valioso respaldo que esta etapa de las luchas sindicales recibió de representantes internacionales como Edward K. Welsh, Lloyd P. Vaughn, Gerald Fitzgerald y de líderes internacionales de visión como lo fueron Milton Murray, Anthony Federoff, John Yancey­ figura que cambió el sistema de negociación a nivel de los gobernadores, con excelentes resultados ­,Jerry Wurf, William Lucy, Jack Howard, George L Meany, R.J. Thomas, Lane Kirkland, Andrew C. McLellan y muchos otros.

Nuevos retos
Los sindicatos que hoy tienen la representación exclusiva en distintas áreas laborales del Canal de Panamá enfrentan nuevos retos, desde la amenaza del deterioro de las condiciones laborales hasta el exceso de trabajo debido a reducciones de personal en lo que se conoce eufemísticamente como "rightsizing" (ajuste del tamaño de una empresa).  Indudablemente que ellos sabrán cumplir con sus responsabilidades como voceros oficiales de los trabajadores, defendiendo no sólo sus intereses sino los de Panamá y la viabilidad del Canal durante el futuro previsible.

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     DATOS BIOGRAFICOS DEL AUTOR:
El autor de esta reseña histórica ha estado vinculado directamente al movimiento sindical canalero desde 1951.  Fue asistente de Edward Welsh en 1951 y luego lo fue de Lloyd Vaugh y Gerald Fitzgerald hasta 1954, cuando pasó a ser director de AFSCME en Panamá.  Ejerció este cargo hasta su jubilación en 1988, después de lo cual se mantuvo como consultor del Local 907 hasta el 31 de diciembre de 1999.  Actualmente es consultor de AFSCME en Panamá para asuntos laborales relacionadas con las actividades de la Internacional de Servicios Públicos, a la que está afiliada la AFL-CIO.

LA HISTORIA PARALELA

                                      CRONOLOGIA HISTORICA ANTILLANA PANAMEÑA